martes, 14 de abril de 2015

Muñecas reales

La entrada de hoy me gustaría dedicársela a todas esas mujeres que se aman tal y como son, que disfrutan de sus imperfecciones y que no les da miedo enseñarlas. 

Mujeres sin complejos que viven el día a día felices. 

Mujeres que, por encima de todo, aman la vida.


Después de realizar el taller de transformar las muñecas industriales en muñecas reales me di cuenta que muchas veces estamos obsesionadas con el exterior.

Ya realicé una entrada dedicada a lo que se entiende hoy por belleza y, otra vez, recalco que todas las personas tienen su parte bella.



A la hora de borrarle la cara a mi muñeca no sentí ninguna pena. Es más, me aliviaba quitar todos esos kilos de maquillaje, esos ojos inhumanos y esos labios hinchados a niveles extremos.

Para eliminar sus "perfecciones" utilizamos disolvente y algodón o trocitos de tela. 

Cuando había que hacer más hincapié, utilizábamos bastoncillos de algodón para quitar los detalles mejor.

La verdad es que había que hacerlo con mucho cuidado por varios motivos. El disolvente en sí es un poco desagradable porque el olor es muy fuerte. Si teníamos cualquier arañado o herida pequeña en las manos, escocía muchísimo cuando nos caía alguna gotita. 


Por otro lado, si intentábamos borrar una y otra vez las facciones y no había manera, la cara de la muñeca empezaba a ponerse amarilla. Es por esto por lo que decidí borrar la cara entera en clase y no tener que llevarme el disolvente a casa, y allí pintar la cara.

En la foto de la derecha está el resultado. Una cara sencilla, aunque parece que está asustada. 

Las cejas las pinté con rotulador permanente y sin pensármelo mucho, ya que no suelen ser maravillas. En las muñecas que hemos estado viendo, eran cejas finísimas y casi perfectas.

Los ojos los pinté con esmalte de uñas y los perfilé con un rotulador. Después de ver las fotos, tengo que decir que ... ¡¡se me olvidó hacerle pestañas!!

Los labios no los manipulé mucho, ya que fue muy difícil quitarlos y al final solo quité yo que, en mi opinión, sobraban. Estoy bastante contenta con la cara, la verdad.

No es preciosa, pero es lo que pretendía. 

En cuanto al pelo, empecé a deshacer todo los peinados enrevesados que tenía. Un moño enorme, dos coletas y ocho trenzas pequeñas,e incluso una parte del pelo estaba suelto. Algo sencillo, vaya (Nótese el tono irónico).

Tengo que decir que a medida que voy escribiendo me voy enfadando, ya que no puedo entender lo superficiales que podemos llegar a ser las personas.

Tampoco entiendo que existan seres humanos que deseen ser así. Con lo bonitas que son las caras sin pintar, lo bonitos que son los lunares en la cara o lo bien que quedan los piercing en la nariz.






Después de todo el calvario de deshacer el pelo que llevaba, decidí cortárselo. Ni muy largo ni muy corto. La muñeca llevaba el pelo por los muslos, así que decidí dejárselo por debajo de los hombros. Además no cuidé mucho el corte, ya que muchas veces llevamos el pelo desigual por la manera de crecer que tiene. Por mucho que nos lo cortemos recto, no crecerá así. Por lo que, tijera en mano, me puse a ello y me quedó bastante bien.


Mientras pintaba la cara me estaba dando cuenta de que no quería hacerme a mí misma. Entonces se me ocurrió la idea de hacer algo diferente. 

Estaba convencida de que la mayoría de mis compañeras se harían a ellas mismas, divinas de la muerte y guapísimas. Así que decidí hacer una persona normal. Concretamente, una chica la mañana después de salir de fiesta. 

Le hice unas ojeras bastante marcadas que me encantaron.

Cuando exponga la foto final, continuaré con esta explicación.



Ahora me tocaba hacer la ropa. No soy muy buena en esto de coser, pero le puse ganas e interés. Al principio, pensaba en hacerla unos vaqueros y una camiseta sencilla, pero me fijé en que yo estaba en pijama y que había salido la noche anterior. ¡Casualidades de la vida que te hacen plantearte las cosas, oye!



 Y este fue el resultado. No es una maravilla... Pero se entiende. El pijama lo hice con calcetines, ya que las telas que tenía eran demasiado duras para ser un pijama. 

¡¡Me quedó precioso!! Me llevé varios pinchazos cosiendo, y además cuando terminé me llevé una gran decepción. Fui a enseñársela a mi familia y al verme las manos se reían de mi. ¿La razón? Yo utilizaba el dedal para empujar la aguja, no para evitar el pinchazo.

¡He aquí otro argumento por el que no se me da bien coser! (Estos últimos párrafos los estoy escribiendo mientras me río al recordarlo)



¡¡Y aquí está la foto final!! En ella se ven una especie de botitas que le hice. Estas sí que son como unas que yo tengo para estar por casa. 

Continuando con la explicación anterior...

After Party (Nombre y apellido idóneos para mi muñeca) lleva un pijama ancho, cómodo y suave. Como los que tenemos las personas normales.

Tiene el pelo alborotado y lleno de nudos, unas ojeras enormes y no lleva ropa interior. Esto último es porque cuando llegamos de fiesta, nos quitamos toda la ropa y deseamos ponernos en pijama, para estar agusto, para estar como queremos. También tiene dibujados unos pendientes, aunque no se aprecien, por distintas partes de las orejas.


¡Y esto es todo! La realización de este tipo de talleres me ha gustado, sobretodo cuando había que exponerles a las compañeras las creaciones. Algunas las hicieron con los mismos tatuajes o piercings, e incluso con ropas idénticas.

Para terminar me gustaría resaltar que espero y deseo algún día, que existan muñecas normales y dejemos a un lado los estereotipos. Muchas veces una cara tan perfecta hace que sea difícil de mirar... ¿no?




Lorena Sánchez

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